martes, 9 de octubre de 2012

DSALUD DISCOVERY: CUANDO LOS BRUJOS SE DISFRAZAN DE MÉDICOS


Retomamos actividad bloguera después de varios meses de ‘galbana cibernética’. Y es que estaba uno encasquillado, atrapado en la más absoluta pereza e inmovilidad, con la máquina de las ideas oxidada y los dedos torpes. Claro, que tengo que agradecerle al equipo de la publicación Discovery Salud, el empujón que necesitaba para despertar del letargo. No es para menos; el nivel de despropósitos y disparates concentrado en no más de 100 páginas, (concretamente, me refiero al nº 143, que es el que cae en mis manos), da para mucha letra, y como para editar post por un tubo. Vamos a intentar, de todas formas solventar la papeleta en una sola entrada, que tampoco el asunto merece que le dediquemos demasiada energía, ni mucho menos, nuestro valiosísimo tiempo.

Vayamos por partes:
1. Qué sabemos de don José Antonio Campoy, director de la publicación. Pues para empezar, que es el autor de una obra cuyo rigor científico y seriedad es de los que marcan época: Entrevista a un extraterrestre: Genoom (1997; J&C Proyectos Editoriales; Madrid/ Acceso a texto completo en el enace). Prologado por ilustres lumbreras en el campo del saber científico, como Fernando Sánchez Dragó o Fernando Jiménez del Oso, en el libro se nos cuenta cómo el autor en casa de unos amiguetes, y con un tablero ouija, contacta con Genoom, habitante de un planeta de la estrella Alfa B, en la constelación de Centauro, con el que se pega unas parrafadas, (acerca de todos los temas imaginables), que llegan hasta las casi 200 páginas. Defenderé hasta la muerte el derecho de cualquier ser humano a publicar lo que le de la real gana, nada que objetar, pero ahora, si eres el máximo responsable de una revista sobre salud, que se las da de innovadora, honesta, y veraz, con esos antecedentes, tu credibilidad, la de tus colaboradores, y la del proyecto en general, deja mucho que desear.
2. En las primeras páginas del número que analizamos encontramos ciertos editoriales acerca del SIDA, en los que no sólo se cuestiona toda la literatura científica sobre el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, sino que se termina afirmando que ‘la realidad es que el VIH y el SIDA no existen’. Si tiramos un poco del hilo de esta línea argumental, completamente disparatada, Freddie Mercury se habría muerto casi con toda seguridad a causa de la agresividad de ciertos medicamentos recetados para tratar una enfermedad que no tenía.  De locos. ¿Y qué coño es ‘eso que no existe’, entonces,  que se ha llevado por delante a millones de personas y está diezmando la población de un buen número de países del continente africano? El VIH ha sido fotografiado, conocemos perfectamente su genoma, componentes, diferentes especies y ciclo de replicación, (para no existir…); desde 1983 está considerado el agente responsable de la entonces naciente epidemia de SIDA, y hasta la fecha, tras más de tres décadas de ardua investigación sobre el tema, parece que es toda una evidencia la correlación causa/efecto entre virus y enfermedad. ¿Cómo justificar, entones,  que un/una articulista (el texto no está firmado) de una revista sobre salud sostenga tales aberraciones y se quede tan ancho/a? La respuesta la encontramos en la política editorial de la misma publicación, que no es otra que la de la guerra total y sin cuartel a la comunidad científica, a la medicina convencional e industria farmacológica en particular. De cualquier forma, a toda costa y a cualquier precio.
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3. No vamos a justificar ciertas estrategias comerciales descarnadas y carentes de toda moralidad que dominan el sector sanitario, en el que  médicos, farmacias y laboratorios, se alían para velar, por encima de todo, por sus intereses particulares. Vale que vivimos en un sistema enfermo, que nos roba la vida y al que le interesa convertirnos en enfermos crónicos. Quizá sea ese el problema de fondo, que vivimos en un mundo de mierda, en el que la única salud que importa es la de la propia economía, que todo lo domina. Pero de ahí, a tener que aceptar y tragar todo ese cúmulo de charlatanería falsaria y pseudocientífica, hay un abismo. El gran fraude de tan ingente cantidad de  disciplinas pseudocientíficas que se cobijan y publicitan en las páginas de revistas como Discovery Salud radica en el hecho de que construyen todo su aparato teórico y conceptual sobre la base de una serie de creencias, no susceptibles de ser comprobadas, ni verificadas mediante métodos científicos, a pesar de lo cual, se presentan como verdaderas ciencias. Nunca se basan en evidencias y requieren de una gran dosis de fe en sus dogmas, para que la ‘sanación’ mediante sus métodos pueda llevarse a cabo. ¿Se imaginan a un laboratorio farmacéutico comercializando cierto producto porque ‘creen’ que es bueno para la salud y ‘tienen fe’ en sus propiedades curativas? Cada uno es libre de creer en lo que le salga del ombligo, faltaría más, nada me impide creer a pies juntillas que si entierro una piedrecita de cuarzo en una maceta durante una noche de luna llena, y al día siguiente la froto por todo mi cuerpo, voy a limpiar mi organismo de ciertas energías tóxicas que lo envenenan;  (me interesa que todos ustedes lo crean, sobre todo si soy el que vende esas piedras mágicas); pero para ello tengo que presuponer que existen esas fuerzas cósmicas e invisibles, y que actúan sabe dios de qué forma que se escapa a todo entendimiento, en definitiva, tengo que ser creyente (de nuevo la palabra clave). Quizá algunos de ustedes hayan dicho o oído alguna vez eso de: ‘yo no creo en los medicamentos’; ya, el caso es que esos ‘fármacos malditos’ contienen principios activos que actúan en el organismo, independientemente de lo que usted piense acerca de ellos; uno no tiene fe en el paracetamol: sencillamente, hay una correlación causa/efecto (evidencia) entre la ingesta de 1 g de paracetamol y el descenso de la fiebre (y esto ocurre tanto en el organismo del mayor escéptico, como en el del más ferviente naturópata, e incluso en el de los redactores de Discovery Salud), y lo siento por los mis amigos de la new age, pero la amoxicilina cura las infecciones, el tramadol ayuda a reducir los niveles de dolor, el clotrimazol elimina los hongos, y el enalapril regula la tensión arterial. Les guste o no.  Y no sé por qué tenemos que mezclar churras con merinas: nos puede preocupar la voracidad de la industria farmacéutica, pero que eso nos de pie a considerar que todo lo fabricado en el laboratorio esté ‘cargado por el diablo’, raya en la absoluta estupidez.
4. Si algo no tiene desperdicio en cualquier número de Discovery Salud, es su apartado publicitario: decenas de páginas consagradas a la venta (verdadero fin de la sanación charlatanesca) de mil y un remedios para curar todas nuestras dolencias y ayudarnos a ser más felices, o al manos tan felices como hacen suponer las exageradas sonrisas de los /las modelos de turno: y a pesar de la nula base científica de lo que voy a decir, ésta sigue siendo una de las pruebas infalibles del mundo publicitario, la ‘verdadera prueba del algodón’ (que nunca engaña), cuanto más asoma la piñata, y más visible es la dentición del sonriente, mayor tufo desprende el asunto. Hay para todos los gustos: una clínica que ofrece tratamiento para el cáncer con muérdago, dieta Budwig y ozonoterapia; pastillacas, aceites y jarabes, que valen tanto para la artrosis, la regulación de triglicéridos, o la incontinencia urinaria (si es agua procedente de los mejillones de Nueva Zelanda, la bomba, lo cura todo), una máquina reflectora de fotones con leds inteligentes, que no sé cómo pude vivir hasta ahora sin ella, máquinas electromagnéticas que nos protegen de ondas perversas, etc. No hay espacio en la revista para los vendedores de piedras o videntes; aquí hilan muy fino, cualquier concesión a lo esotérico podría poner en evidencia todo ese supuesto estatus de seriedad y rigurosidad de la que hace gala la publicación (aunque su jefe de filas entreviste a extraterrestres). Las mismas disciplinas pseudocientíficas se desprecian las unas a las otras, (todavía hay ‘clases’), así, el homeópata critica al tarotista, el de las Flores de Bach se ríe del de las cartas astrales, y el que maneja la máquina de radiofrecuencias está  convencido de que tiene más ‘nivel’ que la brujita televisiva que nos comenta el zodiaco todas las noches. Por supuesto, en DSalud Discovery sólo tienen cabida ‘los serios’. Y ésta es una de las inmensas contradicciones de todo este asunto, que bajo la ferviente y evidente ojeriza hacia el método científico y la medicina convencional, hay en todos los artículos y anuncios una  manifiesta preocupación por dotar de rigurosidad científica cada teoría y argumento; quienes escriben se preocupan de  revestir bien los textos de tecnicismos y léxico del mundo médico. Incluso el entramado fotográfico juega un papel importante en este sentido: batas blancas, fonendoscopios, microscopios, o sea,  iconografía clínica por un tubo. Mucho nos tememos que la mayoría (o ninguno) de los mejunjes que a precio de oro nos pretenden vender estos señores hayan pasado las pertinentes fases de experimentación, con control de variables, y constatación estadística de resultados positivos en una población experimental. Más bien, da la impresión de que todas estas empresas vienen a ser el correlato contemporáneo de aquellos vendedores de brebajes del lejano far west, que le endilgaban al personal sus pócimas de fabricación casera, que lo mismo valían para aliviar las hemorroides que para engrasar el carromato.
5. Cómo una imagen vale más que mil palabras, escaneo este par de ‘perlitas’ para que todos puedan ver y juzgar por sí mismos:


El varizapper de la Dra. Clark, y sus barridos de frecuencias nos curarán de una y mil dolencias, gracias al aporte de ‘polaridad Norte al organismo’. Con el biomagnetismo hemos topado. Para los que no estéis familiarizados con esta pseudociencia, se trata de uno de esos inventos charlatanescos que suele formar parte de la ‘carta’ de muchas clínicas integrales y centros holísticos, que parte de la creencia en que ciertos ‘desajustes energéticos’ de nuestro organismo,   entre la ‘carga de ying’ y ‘carga de yang’ son la causa de la mayoría de nuestras enfermedades. Con unas sesioncitas de imanes o barridos de frecuencia, como nuevos. Todo su apartado teórico gira en torno a los campos magnéticos terrestres, y aunque toda su fraseología tan técnica y tan bien armada suena ‘que te cagas’ de seria, no resiste el más mínimo análisis. No sabemos cuánto cuesta el aparatito en cuestión, aunque por lo menos la doctora tiene del detalle de regalarnos un DVD. Así que hasta que alguien nos demuestre en el terreno de las evidencias que la imantoterapia o maquinitas de esta calaña valen para algo más que para llenar los bolsillos de los ‘terapeutas’ que los ponen en práctica, los barridos de frecuencias biomagnéticas lo mismo sirven para ‘limpiar’ nuestro sistema inmunológico, que para localizar hobbits en el bosque.
Esto ya es más serio. José Antonio Campoy, director de la revista, y entrevistador de extraterrestres, ofrece a quienes estén dispuestos a soltar los ¡85 euracos! que cuestan los dos volúmenes, soluciones para tratar el cáncer. Su compinche en este caso y coautor de la obra es Antonio Muro, coordinador de Discovery Salud, al que tenemos visto en otros foros de ‘divulgación científica’ del calado de Cuarto Milenio (pinchando aquí podréis verlo de nuevo en el espacio dirigido por Íker Jiménez, ilustrándonos acerca de la inexistencia del SIDA - sigue empeñado el tío). A nadie se le escapan los efectos devastadores de la quimioterapia en el organismo humano, algunos de nuestros seres queridos ya no están aquí a pesar de haberse sometido a los tratamientos, otros que se sometieron y vivieron para contarlo afirman que preferirían antes la muerte que volver a repetir el trance. Bien, la quimio es así de jodida, a la medicina todavía le quedan muchos kilómetros que avanzar en este terreno; pero al menos, cada metro ganado es el fruto del trabajo realizado durante décadas por equipos profesionales, de muchísimos millones de euros invertidos en mil y un proyectos, en recursos humanos y técnicos de todo tipo.  Señores Campoy y Muro, si de verdad ofrecen tratamientos efectivos para el cáncer DEMUÉSTRENLO, atrévanse a comprobar sus tesis en experimentos controlados, con pacientes reales y curaciones reales que puedan ser constatadas en un alto porcentaje. O eso, y entonces serían dignos del próximo Nóbel de Medicina, o lo que están haciendo no tiene nombre, o sí lo tiene, pero es muy feo y me lo callo, que lo mismo hay niños leyendo. (Que gran detalle que no cobren gastos de envío).
6. Uno de los grandes clásicos de las leyendas urbanas, que no podía faltar en las páginas de Discovery Salud, como no: las perversas ondas y radiaciones de las antenas de telefonía y otros electrodomésticos. Los datos que arroja la ciencia demuestran (evidencia) que sólo las ondas electromagnéticas cuya frecuencia se sitúa por encima de la región ultravioleta son peligrosas para nuestro organismo, pues pueden ocasionar la ruptura de los enlaces químicos en el núcleo de nuestras células, produciendo cadenas mutantes de ADN, que a su vez pueden convertir en cancerosa una célula. No se trata de opiniones o de ideas preconcebidas, sino de un fenómeno fisicoquímico, sin más. Esas ondas de baja frecuencia que emiten las antenas de telefonía, móviles o consolas Nintendo, no podrían por lo tanto hacerle más que cosquillas. En serio, quédense todos tranquilos, no les va a pasar nada si se duermen con el celular en la mesita. Le robo unas cuantas palabras a Mauricio José Schwarz, cuyo artículo ¿Tu teléfono te está dejando impotente?  es lo mejorcito que he leído hasta ahora sobre el tema. Aún así está tan afianzada en el imaginario colectivo la leyenda de las ondas malditas, que aunque le dieras al personal una clase magistral sobre física y química, desmontando todas esas opiniones falsarias y pseudocientíficas, todavía un buen número de ciudadanos nos seguiría mirando con recelo y desconfianza, así como diciendo, ‘vale, pero aleja de mi esa antena, por si acaso’.  En el nº 143 de la publicación que nos ocupa, podemos leer un artículo en el que el redactor, pero no firmante, apoya la propuesta de varios cientos de colectivos (aunque no se cite a ninguno de esos ‘varios cientos’) que exigen la retirada de las consolas Wi–Fi de las aulas de las escuelas e institutos españoles: parece ser que las radiofrecuencias de las diabólicas maquinitas pueden llegar a ocasionar en nuestros hijos ‘problemas de aprendizaje, depresión, leucemia o tumores cerebrales entre otros efectos.’ Pocas páginas más adelante un anunciante nos vende una serie de productos destinados a protegernos de las ondas electromagnéticas (el kit completo cuesta casi 400 €; sólo el colgantito mágico ya vale 118) y otra empresa ofrece mediciones de campos electromagnéticos y prospecciones geobiológicas (ahí queda eso) para que comprobemos si en nuestras propias viviendas podemos sentirnos seguros y salvo. ¿Saben cuántos casos clínicos se contabilizan en la historia de la ciencia médica, y hasta el día de hoy, en los que se pudo relacionar directamente la dolencia del paciente con la actuación de las ‘ondas maléficas’? ¡NINGUNO! Cero patatero. Tanto alarmismo, tanta literatura, durante tantos años, ¿sustentados sobre ningún caso real? Como poco, no podemos hacer otra cosa que sonrojarnos. Pero la creencia se sigue imponiendo a le evidencia, y así nos luce el pelo.
7. Dejamos para el final el punto más escabroso. Discovery Salud, (como no), se suma de forma más que activa a esa creciente y alarmante corriente de propaganda antivacunación, tan en boga desde  finales de los 90 en círculos hippie-niueicheros y entornos afines. Prácticamente no falta número (basta una somera visita a la web de la revista para comprobarlo) sin sus correspondientes dardos en este sentido, artículos de fondo, bien nutridos de páginas, siempre con encabezamientos espectaculares e impactantes: ‘Encuentran ADN recombinante del virus del papiloma humano en la vacuna destinada a combatirlo’, ‘Muere otra niña tras ser vacunada con Gardasil’, etc. No importa que los datos (evidencia) corroboren la causa/efecto entre las campañas de vacunación contra la viruela el siglo pasado, enfermedad que en el siglo XX se llevó por delante a más de 300 millones de personas, y su erradicación, que la polio ya no cause estragos en los países desarrollados, que en España se hayan reducido los casos de sarampión y Hib (directamente responsable de la meningitis bacteriana en lactantes) en un 99 por ciento. La infame campaña puesta en marcha por Andrew Wakefield, (sostenía en sus informes que las vacunas ¡causaban autismo!), ya está dando sus frutos: se resquebraja la inmunidad del grupo y se registran cada vez más casos de enfermedades que se estaban manteniendo a raya. Jipipijis del mundo entero, que se congratulan y presumen de ‘hazañas’ como ‘evitar que a mis hijos les inoculen bichos en el organismo’ o ‘yo no les doy leche de vaca’, ponen en peligro la salud de sus niños por ser fieles a una ideología completamente irracional y curanderil. Sí chicos, cuando veáis a vuestros peques sufrir los rigores de las enfermedades de las que no los quisisteis inmunizar me escribís y me lo contáis.

Y podríamos seguir tirando del hilo, destapando el tarro de los disparates, pero supongo que a estas alturas ya estarán tan cansados como yo de tanta charlotada. Dejemos que los brujos sigan su camino, (no creemos en la Inquisición, mucho menos las hogueras), pero bien lejos del nuestro, eso sí. Supongo que basta lo dicho hasta el momento para poder concluir afirmando que tanto Discovery Salud, como otras publicaciones en papel o digitales afines, son auténticos tratados de brujería del siglo XXI. El problema es que cuando los brujos se disfrazan de médicos se convierten en armas peligrosas: maestros de la palabra y la retórica, intentarán atraparnos en su red, porque saben que a menudo caminamos con la guardia baja, que vivimos continuamente atrapados en la insatisfacción, que cuando la rueda gira hacia abajo somos tan vulnerables como paro arrojarnos en los brazos de cualquiera que nos venda un poco de salvación. Cuando los brujos se ponen la bata blanca, toda su perversa maquinaria, engrasada con charlatanería cienciofóbica, se pone en marcha para alcanzar el verdadero y único objetivo: sustituir el estatus y discurso científico vigentes, por el suyo propio, (la varita mágica ahora emite radiofrecuencias), para poder justificar la venta de sus mejunjes milagrosos, y engordar sus cuentas bancarias, a costa de lo que realmente buscan, en definitiva: su dinero y el mío.  Y mucho me temo que no podemos hacer mucho más que observar el espectáculo: la red de vendedores de humo alcanzará cada rincón del planeta, mientras la horda antivacunas seguirá allanando el camino para que nuevos brotes de enfermedades prácticamente erradicadas vuelvan a campar a sus anchas, dejando a su paso un rastro de dolor, enfermedad y muerte.

jueves, 9 de febrero de 2012

EL HOMBRE QUE NO SABÍA ESCRIBIR MAL



Si un escritor ocupa un escalón de honor en mi ‘Olimpo particular’, ése es sin duda, José Luís Muñoz. Así que entenderéis la ilusión que me hace esta entrevista: tener la oportunidad de hablar de tú a tú con uno de tus autores de cabecera es un lujo de los que no se disfrutan todos los días. Y no es para menos, si te lees 15 ó 16 novelas de un tipo, y todas sin excepción te engancharon, los elogios están más que justificados. Sin ser un top ten de ventas, y así como sin hacer ruido, José Luís Muñoz acapara una buena cantidad de los galardones literarios más importantes del panorama nacional, (quizá le falte alguno de los más pomposos y mediáticos, pero que resulta que también son los que más huelen a podrido, los más dudosos, aquéllos cuya falta de transparencia roza el escándalo).

No estamos ante uno de esos autores que buscan las altas cotas de lo sublime, ni renovar el lenguaje literario, ni llevar al lector hasta la esencia de la naturaleza humana, ni chorradas por el estilo, más bien José Luís Muñoz es uno de esos escritores que se limitan a combinar una técnica y estilo insultantemente sencillos, con un talento innato y una imaginación desbordante; como el pistolero, que con toda la parsimonia del mundo, carga su arma, apunta y simplemente acierta en el blanco. Sin pretensiones, y con honestidad.  Sus historias nos atrapan, y funcionan, sin más.

Creo que fue el gran Juan Carlos Onetti, en un memorable arranque de narcisismo (a los genios, tenemos que perdonárselo) quien pronunció aquella frase de ‘es que no sé escribir mal’. Bueno, pues creo que a José Luís Muñoz le pasa algo parecido: no le saldría una novela mal, ni aunque se lo propusiera. Espero que esta charla sea del gusto de los lectores del salmantino, y sirva a los que aún no lo son, para descubrir a un gran talento de nuestras letras. Los autores están ahí para ser leídos, y la obra de José Luís Muñoz es un tesoro literario que bien merece la pena.

Bienvenido José Luís a mi humilde blog. Recién terminada mi lectura de Frontera Sur, me apetecía mucho mantener contigo esta pequeña conversación cibernética. ¿Cómo se ‘coció’ la novela?

Me fascinaba un personaje que había creado en una novela anterior, Mike Demon y creía que debía sacarle más partido. Él era el protagonista de Lluvia de níquel, mi novela sobre la enloquecida ciudad de Las Vegas. Había en esa novela una trama subyacente, una historia de pasión entre Mike Demon y una muchacha mexicana, Carmela, que estaba ahí, apuntada, y de eso va La Frontera Sur, de cómo una ciudadano medio, con un trabajo estable, una esposa y un hijo, lo pone todo en riesgo por una pasión que le arrastra hasta límites peligrosos y le hace entrar en contacto con una realidad hostil y completamente ajena. La Frontera Sur, como casi todas mis novelas, tiene muchas lecturas, pero si yo tuviera que resaltar una de ellas sería ésta: la peligrosidad de las pasiones amorosas que arrastran al individuo hacia territorios no deseados.

Parece que sientes predilección por los Estados Unidos y el continente americano como espacio novelesco (Mala hierba, Lluvia de Níquel, La caraqueña del maní,…). No sólo eso, la diversidad de ámbitos geográficos es una constante en tu obra, mientras que otros autores del género negro suelen ser cronistas prácticamente de una única ciudad…

 La búsqueda de escenarios ajenos tiene relación con mi pasión viajera. Prácticamente de cada viaje que hago me traigo una novela conmigo. Estados Unidos me fascina porque es el territorio genuino de la novela negra por su extensión inabarcable, la dureza de algunos paisajes, el individualismo de sus gentes, el desarraigo de sus habitantes que proceden de todos los lugares del mundo y necesitan urgentemente una cohesión entre ellos y lo encuentran en el patriotismo y en esa adoración extrema hacia su bandera que aquí, en Europa, no se entiende porque no lo necesitamos, nacemos y vivimos en países que tienen una historia profunda y nos sentimos más o menos arraigados en ellos. El pintor que mejor consigue plasmar ese estado anímico del que yo hablo en las dos novelas que Mike Demon protagoniza, que es el que me mueve a ambientar novelas en ese país, es Edgar Hopper. Sus cuadros, por otra parte bellísimos, subrayan la soledad del individuo.


La frontera entre las dos Californias, lejos de ser sólo un mero límite geográfico, marca la divisoria entre dos mundos opuestos. Del lado mexicano, la corrupción, la degradación institucional y humana en grado máximo. Pero del lado norteamericano, la podredumbre no es tan diferente, en cuanto escarbas un poco en el ‘maquillaje’, también apesta, ¿verdad?

Las fronteras son accidentes completamente artificiales. Se alardea del fin del muro de Berlín, pero en esa frontera entre Estados Unidos y México existe otro muro despiadado que separa un mundo de otro, el norte del sur, que comparten un mismo territorio, idéntico paisaje y, sin embargo, son antitéticos. Existe tanta corrupción y podredumbre a un lado y a otro de la frontera, menos visible en la vertiente norteamericana, más en la mexicana, pero que se retroalimentan. En esa línea divisoria artificial, y muchas veces letal, el norte canjea armas por drogas y mano de obra barata y clandestina. El resultado es la situación de violencia atroz que está viviendo México en estos momentos, una guerra civil que deja tantos muertos como las guerras de Irak y Afganistán y que está mal planteada por Felipe Calderón. Mi amigo Paco Ignacio Taibo II me la definió muy gráficamente: han metido un palo en el avispero y los insectos, enloquecidos, pican a todo el que encuentran por el camino. 

En Frontera Sur volvemos a encontraros con Mike Demon, protagonista de una de tus anteriores novelas, Lluvia de Níquel. Los paralelismos entre las dos obras son evidentes: coche, carreteras, y un tipo que conduce inexorablemente hacia su perdición, que pudiendo elegir otros caminos de salida, simplemente no puede parar…

Ese es uno de los grandes temas de la novela negra, la predeterminación, el camino que hacen los personajes hacia su perdición, como si una fuerza superior, contra la que no pudieran luchar, les llevase a ese callejón sin salida. En ese sentido digo siempre que la novela negra es hija directa de la tragedia griega con esos personajes que no pueden luchar contra un destino que parece escrito. Las dos, Lluvia de níquel y La Frontera Sur, son novelas de carretera, de moteles, de ambientes sórdidos, de personajes atrapados en la inmensidad de los paisajes o las ciudades, devorados por ellos. En las dos se habla del puritanismo, la competitividad, el individualismo, la religión del éxito, que son los motores que alimentan un país como Estados Unidos. Intento entender esa nación, que difícilmente se entiende y es tan compleja y contradictoria como su magma humano que procede de todo el mundo, a través de Mike Demon que se sitúa a la derecha de los republicanos, es racista, es un personaje que está precisamente en mis antípodas ideológicas.



Mientras leía ambas novelas, no podía dejar de pensar en otros títulos de tu cosecha, como Serás gaviota. La degradación humana ‘desde dentro’, desde las propias neurosis internas del individuo, está muy presente en tu obra…

Podemos ser nuestros amigos, y llevarnos excelente bien con nosotros mismos, o ser nuestros enemigos y abocarnos a la destrucción. Curiosamente hay un personaje en esa antigua novela que nombras, Serás gaviota, el tipo que se mata comiendo de forma compulsiva, que lo reproduzco en novelas posteriores, en La Frontera Sur, en el obeso mórbido que acompaña a Mike Demon en algunas de sus andanzas, creo que se llama Paulsen, o en Llueve sobre La Habana, un proxeneta que se llama Vlad. Casi siempre hay tipos gordos en mis novelas, y además se tiende a asociar gordura con bondad, y no es así. Yo siempre pienso en el inmenso actor que es John Goodman es sus caracterizaciones de villano. En el fondo hay un mensaje moralista en mi obra, muy enterrado, pero evidente: el descontrol de las pasiones, los desórdenes sexuales, alcohólicos o alimenticios llevan a la destrucción.

Frontera Sur contiene guiños para los aficionados al género, (y a tu propia obra), sin ir más lejos, el nombre del corrupto jefe de la policía de Tijuana, Fred Vargas, no puede ser una mera casualidad…

No es casual, en efecto. El Fred Vargas de La Frontera Sur es un tipo que me gusta tanto como Mike Demon, aunque sea su enemigo jurado. Los dos, moralmente, son detestables y peligrosos. El americana acaba resultando más que el mexicano. No tanto es un guiño a la escritora francesa, que sí, lo es, sino que pensaba en Vargas, Charlton Heston, en una de las obras maestras de Orson Welles que transcurre precisamente en Tijuana: Sed de Mal. La Frontera Sur es, también, una novela de ciudades enfrentadas y a tiro de piedra, Los Ángeles versus Tijuana.  Y las dos son escenarios perfectos para la novela negra.

La novela fue merecedora del IV Premio Internacional de Novela Negra Ciudad Carmona. A pesar de su corta trayectoria, gracias al gran nivel de las obras premiadas, el galardón ya es todo un referente en lo que se refiere al noir en lengua castellana…

En efecto. Es un premio consolidado que han ganado colegas y amigos personales como Antonio Lozano, Amir Valle o Guillermo Orsi. Es uno de los tres premios que hay en España dedicados a la novela negra. Los otros son el García Pavón y el RBA. Esa es una prueba más de la buena salud de la que goza el género, que nunca le ha faltado, creo yo, porque el negro es la novela social del siglo XX y XXI como no me canso de repetir, una herramienta que podemos utilizar para diseccionar el sistema y ver qué se esconde en sus tripas.

Y que decir de la gran labor editorial de Almuzara en este sentido. La colección Tapa Negra está siendo de lo mejorcito del panorama nacional (hasta podemos encontrar ciertos clásicos de la desaparecida Zoela).

Bueno, Nicole Cantó, la editora de Zoela estuvo una temporada vinculada a Almuzara, fue ella precisamente la que creó la colección Tapa Negra y, en efecto, ha recuperado a casi todos sus autores de Zoela, a Amir Valle, Antonio Lozano, Lorenzo Lunar...

Y premios la verdad es que no te faltan, puedes presumir de haber obtenido alguno de los más importantes: Tigre Juan, Café Gijón, Sonrisa Vertical, y un largo etcétera. Casi a premio por título…

Cuando algún autor que empieza me pregunta qué debe hacer para empezar a publicar siempre le aconsejo que acuda a los premios, quizá porque a mí, en particular, me ha ido muy bien con ellos. Un premio pone el foco sobre tu obra, la magnifica, consigue que la crítica, los medios y los lectores se fijen en ella. Y ya sé que, como todo el mundo sabe, existe una enorme corrupción en el mundo de los premios, que muchas veces se cometen flagrantes injusticias o veredictos tramposos, lo que podría ser el argumento de una nueva novela negra, sobre la corrupción en el mundo editorial, el cainismo de los medios de comunicación vinculados a los grupos editoriales, algo de lo que ya hablé, en clave de humor, en Lifting.

Dada la cantidad (y calidad) de novelas que has presentado en estos últimos tres años, no es difícil deducir que te encuentras ‘en estado de gracia’, literariamente hablando…

Gracias por esa apreciación, la de la calidad. Te diré que he pisado el acelerador, he comprobado mi fecha de nacimiento, he calculado los años que me pueden quedar por delante y he dividido por ellos el número de obra inédita que todavía no he publicado, y eso me ha producido estrés. Por otra parte sigo escribiendo nuevas novelas. Treinta y dos libros, que pronto serán treinta y tres, publicados parece ya una larga carrera, pero no hay meta y sigo corriendo, de forma incansable, hasta el último suspiro. El otro día leí una frase de Paul Auster que hago mía: Escribir no es una terapia, es una enfermedad. Yo a veces he creído que era una terapia, pero debo de seguir enfermo puesto que no me curo y sigo escribiendo. Sin la escritura, y te lo digo con toda sinceridad, mi vida no tendría sentido, es el oxígeno que me ayuda a respirar. Cuando deje de escribir es que habré muerto.

Uno no siempre puede leer al ritmo que quisiera: mientras escribo estas líneas, te confieso que todavía no les he podido echar el guante ni a Marea de sangre, ni a Llueve sobre la Habana. ¿Qué nos vamos a encontrar los lectores entre sus páginas?

Son novelas completamente diferentes entre sí, como lo son casi todas las mías. Hay autores que escriben siempre la misma novela; a mí me gusta estar cambiando constantemente de registro y de estilo. Marea de sangre es una novela premonitoria de esa gran burbuja inmobiliaria que nos acaba de estallar y ha dejado el país hecho una ruina. Eso venía de muy lejos. Es una novela de un perdedor, como no podía ser de otra forma saliendo de mí, de un gris sargento de la policía municipal de un pueblo costero que se mete en camisa de once varas y se pone a desentrañar por su cuenta y riesgo una oscura trama de corrupción urbanística y política con extraños suicidios por el camino. Llueve sobre La Habana es una novela sobre el fracaso sentimental y humano de su personaje principal, el instructor Rodríguez Pachón, una novela sobre la soledad y el envejecimiento, que se traslada al régimen cubano, una gerontocracia de los Castro que se aferran al poder y mantienen el cadáver de una revolución con arteriosclerosis que deberían haber puesto al día. Es mi visión de la isla por antonomasia. Y del pueblo cubano, una raza de resistentes que sobreviven en la penuria y hasta consiguen ser felices. Es tan vital como mortuoria, es tan sexual y alegre como triste. Hay pasajes en los que creo que el lector se puede desternillar de risa, como la historia del perro ciego, y otros en los que puede llegar a llorar, como cuando ese viejo policía castrista se enfrenta a su soledad en su piso de mierda.




Creo que tu mejor logro literario es sin duda la trilogía de la Pérdida del Paraíso (Guanahani, El Fuerte Navidad, y Caribe). Seguro que para muchos de tus lectores es el gran punto de inflexión, un antes y un después. ¿Compartes esa percepción?

 En efecto. Además fue mi mejor experiencia literaria porque hice un viaje al pasado en toda regla en los 365 años que tardé en escribirla. La novela histórica, aunque tiene un coste muy alto porque la tienes que documentar, y eso es tiempo, lo más preciado que hay en esta vida, es una experiencia sumamente enriquecedora. Sin duda es mi novela preferida, la que he disfrutado más escribiendo. Viví inmerso en esa ficción y creo que eso el lector lo capta. Y quiero repetir la experiencia, esta vez con el México que se encontró Hernán Cortés, una novela épica como La pérdida del Paraíso que estoy a punto de cerrar.



Pura curiosidad: ¿cuál es tu título más vendido?

Sin duda alguna fue Pubis de Vello Rojo, seguramente porque ganó el Premio La Sonrisa Vertical. Creo que se vendieron unos 30.000 ejemplares y se han hecho tres ediciones. Durante muchos meses figuró en la lista de libros más vendidos del país.

¿Te planteaste alguna vez crear una serie negra? Siempre pensé que Barcelona Negra y La precipitación iban a ser el comienzo de una saga: esa Barcelona apocalíptica, esos dos policías tan macarras, cuyo nombre no recuerdo, (lo más parecido que vi nunca a Sepulturero y Ed Ataúd), es que todos los ingredientes…



La verdad es que no me lo planteo. He escrito algo que podría ser una versión nueva de Barcelona Negra, pero con otros personajes y un escenario más futurista, pero permanece inédita de momento. Sí, esas dos novelas que nombras tenían muy mala leche ambas, y los personajes eran de cuidado. No lo descarto ya que me lo recuerdas.


Empecé a interesarme por tu obra, porque eras uno de esos escritores que todos los años, y sin excepción, presentaban novela en la Semana Negra de Gijón, cuyo futuro es cada día más incierto que nunca, por cierto: ¿ganarán la batalla esas ‘fuerzas del lado oscuro’ empeñadas en cargarse nuestro querido festival?

Pues parece que le tienen ganas, y además era una batalla que venía de lejos, y es una lástima, para el género y para la ciudad de Gijón. Desde luego sería muy lamentable perder ese festival de referencia que es único en el mundo y capitanea el incansable Paco Ignacio Taibo II, pero como los dos conocemos al personaje y sabemos que no dará su brazo a torcer, seguramente habrá festival en algún lugar con el mismo espíritu de esa mágica Semana Negra que yo asocio a mi carrera literaria, porque realmente fue allí en donde se produjo mi bautismo hace más de veinte años.

¿Lo mejor que has leído últimamente? (3 ó 4 títulos)

Verano de Coetzee. El premio Nóbel sudafricano figura entre mis autores favoritos, me gusta todo lo que escribe. Y Verano es una autoparodia muy divertida, se ríe a carcajadas de si mismo y de su fama de aburrido. Dublinesca de Vila-Matas, porque es otro de mis autores fetiches, devoro todo lo que escribe, lo siento cercano porque sus territorios literario sentimentales están próximos. Leí Frío de muerte, la última novela de Manuel Nonídez, con la que ganó el García Pavón y me pareció espléndida. Y acabo de leer la novela póstuma de Carlos Pérez Merinero, La niña que hacía llorar a la gente, que se acaba de morir hace unos días y es una gran pérdida humana y literaria. Era un tipo que iba contracorriente en el género. Me gustaría leer mucho más, pero realmente no tengo tiempo.

Si echamos un vistazo a tu blog La soledad del corredor de fondo, descubrimos a un tipo no sólo lector empedernido y amante del arte en general, sino a un auténtico viajero (que no turista), a un trotamundos vocacional. ¿Alguno de  tus mejores recuerdos en este sentido?

Instantes que intento plasmar en mis fotografías. Pero sí, tienes razón, los viajes me alimentan como persona y escritor. Quizá el viaje a Birmania, por toda una serie de circunstancias, porque lo hice con una buena viajera, la ideal, alguien muy parecido a mí, haya sido uno de los mejores, o el mejor, con visiones que me llevo y están ahí en mi cabeza, prestas a resucitar mediante el recuerdo, como la de un puente de teca durante la puesta de sol, mágico, indescriptible, o el atardecer en Bagán, con cientos de estupas sobresaliendo en una llanura inmensa entre nubes de polvo. La belleza de Birmania me dejó muy tocado. No creo que encuentre un país más hermoso que ese. Pero seguiré buscando y viajando.

Gracias por tu tiempo, supongo que tu teclado estará echando humo y ya le estarás metiendo caña a la próxima novela, si es que no la has terminado ya, cuenta, cuenta…

Bueno, si nada se tuerce pronto saldrá una novela muy especial ambientada en Tailandia: Patpong Road. No es una novela negra, en el sentido de que no hay una historia criminal, sino que es una novela existencial, una reflexión sobre la vida cuando ésta se acaba. Y de un viaje a La Graciosa, una isla canaria diminuta pero de una belleza sin par, me he llevado una historia que estoy escribiendo, Los crímenes de La Graciosa, aunque seguro que en esa isla de quinientos habitantes, playas, sol y dunas barridas por el viento nunca hubo un crimen ni espero que lo haya.



jueves, 19 de enero de 2012

FRANCISCO NIXON EN LA CIUDAD DE CRISTAL (I)

Si se calla el cantor, calla la vida, porque la vida, la vida misma es todo un canto.
Si se calla el cantor, mueren de espanto la esperanza, la luz y la alegría.
(HORACIO GUARANÍ)



Hoy tenemos el placer de hablar con mi paisano Francisco Fernández Martínez (Nixon). Junto con Tito Valdés (bajo) y Roberto Nicieza (batería), fundó a principios de los 90 Australian Blonde, una de las bandas punteras de la entonces floreciente escena indie nacional. Fue una época fascinante e intensa como pocas: de repente, oleadas de jóvenes por todo el país se colgaron las guitarras al hombro, y se pusieron (con el inglés, como lengua oficial) a hacer lo que les apetecía, lo que les pedía realmente el cuerpo: crecer con la música como bandera, y homenajear de paso a sus ídolos del lado anglosajón, intentando sonar como ellos. Si vas a tener un grupo, pásatelo bien y sin complejos: si algún día hablan de ti, mejor, y si no, pues valió la pena de todas formas. No te obsesiones con eso de vender discos, que no tiene mucho que ver con la calidad al fin y al cabo, sino con lo que decidan los señores empresarios de las discográficas, con sus ideas preconcebidas de lo que ha ser empaquetado, vendido y promocionado. Gijón tuvo el honor de ser uno de los epicentros de todo aquel maremagnum musical en el que brillaba con luz propia la Rubia Australiana. Veinte años después (tenía razón el viejo tango: ‘veinte años no es nada’), y después de haber formado parte de otros proyectos como Costa Brava, Fran Nixon, ya en solitario sigue al pie del cañón, dedicándose a eso que tan bien se le da: componer buenas canciones, que es lo mismo que fabricar sueños (para que la vida se nos haga más llevadera).

Esta es la primera parte de la entrevista, dedicada a su etapa en Australian Blonde. En una próxima entrega conoceremos la realidad más reciente y actual de este infatigable músico, pero hoy nos vamos a dar una vuelta por el pasado, por aquellos maravillosos años.


 
Bienvenido a mi humilde blog Fran y mil gracias por tu tiempo. Pude ser testigo directo de tus primeros pasos en esto de la música, incluso de tu etapa pre Australian Blonde. Más de veinte años después, sigues en activo, pariendo canciones y grabando. ¿hasta que el cuerpo aguante?

Lo de haberme dedicado a la música ha sido más arrastrado por la fuerza de las circunstancias que por una decisión consciente. Muchas veces me pregunto cuánto tiempo seguiré, me gustaría hacer otras cosas. A veces me veo muy mayor para seguir yendo de gira y tocando según qué canciones. No sé, supongo que seguiré en la música mientras tenga algo que decir y haya un mínimo de interés por parte de la gente.

¿Cómo se trabaja un texto en inglés cuando no es tu lengua materna? ¿Hasta qué punto os preocupaba a los Australian Blonde que la letra quedara bien armada? Recuerdo una entrevista a Xuan Holiday Fleet, en la que afirmaba que para él la letra no tenía prácticamente ninguna importancia…

Al principio la letra era un mero soporte para la melodía, las letras estaban escritas en un inglés muy perronero, más que nada buscando imitar el sonido de las bandas que nos gustaban. Con el tiempo intentas que todo esté un poco más trabajado, y te das cuenta que todo tiene importancia, desde las letras las canciones hasta el tipo de letra del libreto del disco.

Te confieso que si tuviera que elegir mis 20 favoritas de Australian, Chup Chup no estaría en la lista. Pero fue vuestro gran hit, y le debéis bastante a ese tema. ¿Nació con vocación de single, de canción bandera?

Fue una de las primeras canciones que hice, después de un concierto de Los Sangrientos, con la única pretensión de conseguir un estribillo pegadizo. No es una canción que me guste especialmente, pero no puedo renegar de ella, porque es la responsable de que luego haya podido escribir otras canciones que me gustan más. No tengo ningún problema en tocarla en directo las veces que haga falta. Todo forma parte de un proceso de aprendizaje. Para llegar a escribir buenas canciones primero hay que escribir las malas.


Antes de que Paco Loco se uniera a la banda, ya era toda una referencia, ¿verdad? Supongo que Los Locos y Los Sangrientos están en tu cabeza cuando surgen las primeras canciones…

Sí, yo empecé de pipa (técnico de escenario) con los Locos, y ya era fan, y me han influido muchísimo. Luego conocí a Los Sangrientos, que son la principal influencia de Australian Blonde. Sin esos dos grupos yo no me hubiera dedicado a la música.

Parece que la etiqueta ‘Xixón Sound’ no es del gusto de los componentes de las bandas de entonces. Aún así, funciona, si lo entiendes como ‘determinada movida musical que surgió en Gijón a mediados de los 90’, sin más pretensiones...

Yo creo que es una etiqueta que, al margen de lo signifique, tiene su pequeña historia, y no tiene mucho sentido seguir dándole vueltas al asunto. Forma parte de la memoria sentimental de algunos de nosostros, y cada uno sabrá lo que significa para él. Para mí, ante todo, representa una época donde unos cuantos pensábamos (ingenuamente) que podíamos marcar alguna diferencia, que podíamos crear un espacio musical al margen de los grandes medios de comunicación. Sólo haberlo intentado creo que fue valioso.

¿Todavía guardas aquella camiseta de ‘Córtate el pelo, cambia de vida’? ¿Cómo carajo surgió aquél eslogan?

La idea de la camiseta creo recordar que se gestó una noche en el bar La Plaza. Se trataba de ofrecer una imagen de “escena” cara a los medios, a imitación de lo que estaba pasando en Seattle (así como te lo cuento). Los impulsores fueron Luis Mayo (Screaming Pijas), Roberto Nicieza (Australian Blonde) y Javier Rodríguez (Kactus Jack). La idea incial creo que fue de Luis Mayo. Javier Rodríguez se encargó del lema y de la camiseta (el lema es una frase de un preso cuando fueron a tocar a la cárcel). Roberto Nicieza montó un festival de dos días en La Coría (un descampado en las afueras de Gijón). Se apuntaron unos diez o doce grupos, y bueno, la cosa funcionó.

Aftershave me entusiamó. Creo que contiene una buena colección de posibles singles: profesionalización y madurez a tope. ¿No te parece superior a Pizza Pop?

Hace mucho que no escucho esos discos. Yo creo que el Pizza Pop tiene más frescura (odio la palabra pero no se me ocurre otra), se nota que las canciones estaban rodadas en directo. Aftershave se hizo a toda prisa intentando rentabilizar el éxito del primer disco, y con mucha presión. Pero muchos fans del grupo me dicen que es su disco favorito. No sé, supongo que es el disco (nuestro) más representativo de esa época del primer indie español, con las guitarras distorsionadas, el inglés, etc.




A parte de Chup Chup, qué otras canciones de Australian Blonde cuajaron mejor entre el público. O sea, esas que en el directo haces un silencio para que cante la peña.

Jaja, no suelo usar trucos escénicos. Pero las más conocidas son “Cosmic”, “Chance”, “I want you”  y alguna más.. Tampoco tenemos tantas canciones conocidas, no sé.

¿Pesa mucho la ‘obligación’ de tener que componer continuamente un  súper hit?

Sí, bastante, pero al final por culpa del propio grupo más que otra cosa. Te exiges volver a repetir lo que has hecho, cuando lo inteligente sería hacer lo contrario. Pero el éxito tiene su propia inercia, y es difícil cambiar cuando todo va bien. Cuando una idea se instala en la cabeza de las personas, es imposible cambiarla, lo que tienes que hacer es cambiar tú. Por mucho que intentáramos demostrar que el grupo era más que el Chup Chup, para la gente Australian Blonde siempre será el Chup Chup. Por mucho dinero que se gaste Pepsi en publicidad, siempre estará por detrás de Coca Cola. Eso es así.

El álbum homónimo ‘Australian Blonde’, ya con BMG, arranca de forma espectacular: Sousa,  I like you (uno de los mejores temas de la banda), Chance… Sin embargo, hay momentos en los que creo que el disco ‘no respira bien’. Si pudieras reeditarlo, ¿lo dejarías tal como está?

Es un disco muy largo, y por eso se hace pesado. Tal vez deberíamos haber descartado algunas canciones, pero creo que es el mejor disco del grupo, después del último. Lo que pasa que era un disco de multinacional y la gente ya estaba un poco cansada de nosotros.



Por cierto que tanto Australian Blonde, como Extra, vuestros dos álbumes con la multinacional, (mera curiosidad) son los únicos discos del grupo que no se pueden escuchar en Spotify…

Supongo que es debido a que no se han molestado en subirlos. Yo creo que la actual dirección ni siquiera sabe que alguna vez han sacado esos discos.

Siempre tuve mucha curiosidad por conocer los detalles, la trastienda, el ‘making of’ de Momento. Cómo aparece Steve Wynn, cómo se coció ese disco…

Ese disco fue un empeño de Paco Loco, que era muy fan de Steve desde la época de Dream Syndicate. Se concocieron gracias a Roberto Nicieza y John Agnello, y partir de ahí empezaron a intercambiarse canciones a través de internet. Hicimos una gira que recuerdo con mucho cariño.

Cambio de discográfica: ASTRO DISCOS, y ¿feliz reencuentro con vuestro ex batería, Roberto, ahora cómo responsable del sello?

Sí, Roberto se portó muy bien con nosotros en un momento en el que nos habían echado de RCA y no teníamos sello. Sobre todo teniendo en cuenta que en su día habíamos tenido una discusión que acabó con su marcha del grupo.

Cuando escuché Suddenly, no tuve dudas de que sería la ‘sucesora natural’ de Chup Chup. Por justicia, esa canción, (muy, muy adictiva), se merecía sonar en todas las emisoras de radio con un mínimo de buen gusto (a parte de Radio 3, claro)….

Bueno, eso de merecer o no merecer no existe, tampoco pienso que el Chup Chup haya merecido sonar como sonó, y ahí está. Como ya te he dicho, el grupo estaba quemado y despertábamos muy poco interés. Lo entiendo perfectamente.



Si el mundo fuera como a mí me gustaría que fuera, Momento habría vendido unos cientos de miles de copias. Oye, por qué Bunbury tiene que ser tan mainstream, y Australian Blonde tan indie, que cosas…

Lo indie y lo mainsteam son conceptos que no me gustan manejar, prefiero hablar de grupos grandes y grupos pequeños. A Bunbury le tengo mucho respeto, es un artista internacional que ha hecho sus canciones y ha vendido un montón de discos, no sé qué se le puede reprochar. Yo, a pesar de llevar en esto tantos años, nunca he dejado de ser un artista amateur. No tiene sentido compararnos. Es decir, creo que no tiene sentido intentar explicar el éxito (en general) desde posiciones subjetivas (los propios gustos). Desde esos planteamientos, el éxito no tiene explicación. Se pueden intentar ciertas explicaciones sociológicas, que sinceramente, yo me veo incapaz de hacer.

Y lo que viene a continuación (In it for the Money / Lay it on the line / Canciones de amor y gratitud) es sencillamente LO MEJOR. Da la sensación de que el proyecto se termina (si es que lo consideras terminado) cuando la banda atraviesa su mejor momento, musicalmente hablando…

No sé si son los mejores discos, lo que sí intentábamos era evolucionar. Si lo conseguimos o no, es otra cuestión. Bueno, ahí están para el que los quiera escuchar.

Una de las novedades de Lay it on the line (mi favorito)  es escuchar a Tito como voz solista en unos cuantos temas. El contraste de vuestras dos voces es uno de los puntos fuertes del álbum, ¿no crees?

Tito siempre ha tenido un gran talento, una pena que no haya querido cultivarlo más. Hubiera podido haber hecho grandes aportaciones al grupo.



Siempre eché de menos algún bootleg de la banda, un directo, un DVD, ese tipo de material que tanto nos gusta a los fans…

Bueno, siempre me ha dado mucha vergüenza sacar material descartado. Creo que cuando las cosas se descartan es por algo, y mejor que se queden así. En cuanto al material audiovisual, soy de los que piensa que para sacar algo de baja calidad, mejor no sacar nada. Y normalmente no hay dinero o creatividad para poder hacer cosas decentes. Por lo menos, en mi entorno, no lo conozco.

¿Cómo se decide el orden del listado de canciones que van a aparecer en el disco’ ¿Es cosa vuestra o mete mano la discográfica en el proceso? ¿Era Australian Blonde una banda de muchos descartes?

El orden y los singles más o menos los decidíamos nosotros. Alguna vez la discográfica hizo alguna sugerencia, pero no recuerdo ninguna discusión en ese sentido. Está escrito en algún sitio que para el tercer disco nos rechazaron las primeras maquetas y nos pidieron treinta canciones más. No recuerdo que hubiera sido así. Lo que pasó es que estuvimos un mes grabando, cuando estábamos acostumbrados a grabar los discos en una semana, y grabamos unas veinte canciones, que fueron las que hicieron que el disco fuera doble. En general, a las discográficas las canciones se la sudan bastante. Lo que les interesa de un grupo es su público, no su arte. Aunque se pretenda aparentar lo contrario, nadie sabe qué canción puede funcionar o no, así que ese tipo de discusiones nunca suelen llevar a ningún lado. Tal vez haya grupos que se dejen influenciar más que otros, pero al final todo se reduce a un fulano en su casa con una guitarra o un piano, y ahí estás solo. Las discusiones con la discográfica siempre son por dinero.

La pregunta es obligada: ¿retorno a la vista, gira, nuevo disco, etc.? ¿Canciones en la recámara?

Estamos preparando un posible concierto de aniversario con la formación original tocando los dos primeros discos. Pero de momento no puedo decir nada. En cualquier caso será algo familiar, un par de conciertos pequeños, uno en Gijón y otro en Madrid, algo así.

¿Volverías a componer en inglés?

Si hubiera un nuevo disco de Australian Blonde, sí. Las canciones las tengo, lo complicado es conciliar agendas. Para mí ir a grabar a Cádiz es una de las formas de la felicidad.



TO BE CONTINUED